Domingo de balances y certezas, volvió la lluvia acompasada al sueño de la memoria, he decidido que no volveré a medir el tiempo en semanas, ni en recuerdos, ni en propósitos. Todo ello me vuelve gris y pequeño, me distrae del deambular cotidiano por este entramado que es la vida, a veces cambiante y difuso, otras certero y clarividente.
Leo un correo reenviado en el que Pérez Reverte se plantea la posibilidad de que todos –menos él- seamos idiotas. Reconozco cierta animadversión hacia este personaje, aunque indagando en sus razones rápidamente las hago mías y me reconozco como un idiota del otro bando, que aún piensa que cientos de miles de iguales dirán “basta”, que volverán los claveles a taponar cañones de fusiles que no son del pueblo, que haremos temblar los cimientos de la gran farsa.

Algo pasará…subirá la luz, la gasolina, la melancolía, los despidos, el número de mujeres maltratadas, los sueldos de los políticos, la hipocresía, los años de cotización para una pensión de mierda. Bajará el deseo, la combatividad de los sindicatos, los subsidios, los planes de futuro, los derechos por los que tanta sangre se perdió, la dignidad de los invisibles.
Algo tiene que pasar.