…La noche más larga se fue adentrando en mí con la precisión de un bisturí de cirujano, e irremediablemente, el latigazo de la memoria ahuyentó al fin todo el pesar, para transformarse en escenario de palabras. No esperaba la redención con ellas, ni tampoco un marasmo de certezas añadidas a lo que ya sabía. Tan sólo dejaría que se hiciesen dueñas de cada momento, entregado a la necesaria ocurrencia de que habría de amanecer…

miércoles, 6 de abril de 2011

El camino de los ingleses

Hace tiempo que no paso por aquí, no por falta de tiempo o ganas, más bien por ausencia de inspiración o talento, y el poquito que conservo lo ando invirtiendo en siembra de futuro, preparando proyectos con mis compis de Acamei, a ver si somos invitados al festín de migajas y podemos vivir de la Mediación de una vez por todas.
En estos trances ando, pero no me resisto a compartir con quien pase por aquí unas palabras que extraje de la película El camino de los Ingleses (2006), dirigida por Antonio Banderas. Son reflexiones en off que va introduciendo un locutor de radio, poniendo voz y poesía que sirven de hilo conductor de la película, que nos habla de un grupo de jóvenes durante el verano del fin de la inocencia. Llevarán al límite sus experiencias con el sexo, la amistad, la violencia o el amor entre baños de sol y tormentas de verano. Saben que muy pronto deberán avanzar por la senda que les convierta en héroes o en sombras, que les permita alcanzar el fin del mundo. Y se preguntan qué habrá al otro lado de El camino de los ingleses. Un banda sonora impecable, una fotografía magnífica y buenas interpretaciones hacen de esta película una pequeña joya a la que volver la mirada.
Aquí van los textos extraídos, espero que os digan algo o todo, como a mí:

Saltemos al vacío, para recordar el vértigo de otro tiempo, 
todavía los sueños eran un latido de vuestro corazón,
la seda del aire os acariciaba la piel,
sí, arranca el verano y ellos aún piensan
que desde ese camino perdido de los Ingleses
alcanzarán una suma de gloria,
piensan que desde allí verán las costas de África,
el otro lado del mundo…
 
A la orilla de una piscina
y de un verano
descubriste que el cielo empieza  a tres metros de la tierra,
que las venas del mundo
arrastran vuestra sangre
como un río desbordado
que lleva  muebles, juguetes, la ropa de los ahogados.
Que vuestro corazón puede ser una casa vacía
o una acera por donde sólo de tarde en tarde
pasa la fortuna.
 
Una palabra es un pájaro en mitad de una página,
tú eres una palabra en medio de una hoja en blanco
y puedes volar hasta dónde quieras,
vuela, vuela, vuela antes que la página pase,
antes de que caiga la noche…
 
Le diré ahora a esa gente
que su hijo todavía se encuentra entre los vivos,
sí, le diría al mundo las palabras de un poeta muerto
hace demasiados siglos,
le diré que los hijos de la tierra siguen perdidos por su superficie, 
creyendo que sus cuerpos y sus corazones son cometas…
 
Llegan hasta aquí las palabras de aquel verano,
como olas cansadas…
Mi locura es un niño enfermo
y yo lo amamanto con cuidado…
Ha llegado el tiempo de los asesinos…
La gloria de quien mueve todo el mundo,
escribías copiando los versos del único libro que leíste…
Yo continúo aquí, continúo aquí,
anunciando lluvias y borrascas,
anuncio el futuro a la vez, que miro al pasado
como un continente, con los países hundidos.
Solo, solo, solo en todas las madrugadas,
con la flor y la guerra…
la flor y la guerra…
 
Habrá un tiempo de lluvia  y un tiempo para los olvidados,
para los que no supieron cuál era su camino…
Ojalá, haya un tiempo para los que le hablamos a una botella, 
como si fuese un altar,
un micrófono o una pistola
apuntándonos el corazón.
Para los que le dijimos palabras a la noche,
un tiempo para los malditos,
para los desheredados,
que nunca llegarán a nada… 
Eso es lo que pedimos aquí y ahora
sin esperar la llegada de los jueces ni la muerte,
aquí y ahora nosotros también esperamos la lluvia en el verano…
 
Alfredo, el otoño te cerca como un ejercito implacable,
descubres que el amor tal vez sea algo más
que una palabra en boca de mujeres relamidas,
recibirás una carta de tu Fonseca sin más remite ni otro adiós que una puñalada: Te quise Alfredo, hasta ayer mismo tal vez, nunca abandonarás a tu mujer, tampoco tu miseria, te quise, pero ya  todo es pasado, tu amor de cieno Alfredo, tenía un hijo tuyo yo en mi vientre y ahora sólo tengo el vacío…
 
Así es como pasa el tiempo,
igual que la traición, callado… 
Estábamos advertidos,
pero nunca hicimos caso a ninguna voz que no fuera la nuestra…
 
Abrirás los ojos
y pensarás a dónde aquella tarde,
deberás de ir en busca de las piezas
con las que componer tu vida….
Mi voz, calando hasta lo más hondo de vuestras conciencias, mientras dormís, mamáis,
o váis camino de un trabajo que no os importa,
y vosotros seguíd,
seguíd riendo de lo que no conocéis…
Vosotros seguíd,
seguíd sin rumbo por esta calle que no lleva a ninguna parte, camino de los Ingleses.
Vuestra vida es una bandera mojada
de lluvia y barro que ningún viento
puede ya hacer ondear, seguid, seguid, seguid…
 
Así que…
vayan recogiendo su equipaje de playa,
el verano nos dice adiós,
y sepan amigos que este va a ser un otoño lluvioso,
a la vuelta del tiempo volveremos a encontrarnos con el sol,
eso será el verano que viene,
la estación de los enamorados…
Hasta entonces, amor y compañía para todos…
 
Si, prepárense,
tendremos un otoño lluvioso amigos del tiempo y del corazón, 
después vendrá la recompensa dulce del sol, amigos del tiempo, 
abriremos nuestro pecho a la luz,
y nuestra vida,
y nuestro tiempo…
Pero ahora amarga nuestros pasos
el tambor triste de la lluvia,
esta melancolía, esta música…
Lloverá, lloverá,
lloverá y la lluvia nos llevará al recogimiento,
una mano junto otra mano…
Mojémonos en el baile de la vida
y dejemos que la lluvia haga su trabajo,
dejemos que la lluvia ya haga por nosotros,
que sea ella, no nosotros, quién juegue con la tristeza
y que nuestro corazón vuele lejos, lejos…
 
 
Si, llovió,
la noche fue una ruleta trucada,
una moneda lanzada al aire,
que cayó por el lado de la cruz,
un mal viento,
una mala noche arrancaba con un tiempo de sueños,
después vinieron todas esas nubes, vientos,
y sol que yo anunciaba cuando el mundo era posible,
pobre vida ilusa , pobre ilusos,
poetas que no escribieron ningún verso,
nunca vimos las costas de África,
las costas de África…
 
No, nunca,
desde ninguna terraza,
desde ningún mirador, ni faro ni azotea,
vimos las costas de África,
pero allí, detrás del horizonte,
siempre intuimos el furor de lo desconocido,
el reflejo de la vida,
que, quien sabe, quizás jugando
en nuestra ruleta habríamos podido alcanzar…   

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