…La noche más larga se fue adentrando en mí con la precisión de un bisturí de cirujano, e irremediablemente, el latigazo de la memoria ahuyentó al fin todo el pesar, para transformarse en escenario de palabras. No esperaba la redención con ellas, ni tampoco un marasmo de certezas añadidas a lo que ya sabía. Tan sólo dejaría que se hiciesen dueñas de cada momento, entregado a la necesaria ocurrencia de que habría de amanecer…

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Absolución

Bebíamos para no quedarnos sin palabras en el teatro de las horas,
y la tarde oscurecía el camino de vuelta a casa.
A los veinte años, uno no sabe de retiradas a tiempo ni de honor
en la derrota, aunque centímetros de distancia a unos labios
supongan una travesía infinita, un océano insalvable.
Cuando mi manos comenzaron el ritual de caricias en su pelo, tímidas aún,
ella bajó la mirada y sentí que lo había perdido todo, cayó la noche
entre los dos, mi deseo y sus dudas resueltas al fin en un gesto.
Y el tacto indefinido perduró para siempre. Mutilados sueños.
Volví a verla años después, hermosa e inquietante aún,
pero ya la había asesinado en delirios de tantas madrugadas
y apenas era una sombra imprecisa. Esa fue la última vez,
y en el breve encuentro, cordial y sin atajos al pasado,
obtuve mi exiguo triunfo sobre su nombre.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Cicatrices

Me dijo, traza un mapa del deseo, mostrándome las aristas  
de su cuerpo desnudo, y yo, que siempre hice de la vehemencia
razón para delimitar belleza, me detuve en la cicatriz de su vientre,
que marcaba un rastro firme al edén de su entrepierna.
Nunca supe por qué elegí ese trozo de piel imperfecta, breve y rotunda,
frente al paisaje de carne tersa que mi amante me entregaba.
Acaso era el delirio de un sueño en ciernes en el bucle de mi sed,
o la imperfección de mi amor descubierto al fin demasiado tarde.
Pero aquél día comprendí que lo más hermoso suele ser lo que menos amamos,
y que el último vestigio de una entrega cierta son las cicatrices.









jueves, 3 de noviembre de 2011

Isla

Hace siete años que llegué a Ítaca,
huyendo de un fracaso remoto y de mí mismo.
No hubo tormenta, todo estaba arrasado desde que olvidé mi nombre,
el sol ocultaba lo que no quise ver entonces,
un cuerpo delgado y ojeroso que huía del otoño,
arribando a una tierra nunca prometida.
Así, abrazado al exilio, trascurrió todo lo que había de ser, sin más norte
que el hijo amado, el amor en zozobra y una ventana al mar,
desde la que sumaba horas de quietud y vana gloria.
Rey sin trono en castillo de naipes, muerto de soledad
y de noche yerma.

viernes, 14 de octubre de 2011

Retrospección

Hubo un tiempo para escribir poemas, así los llamaba,
que ahogaban los síntomas de un amor rebelde
al que siguieron otros, tan etéreos como vanos.
Quizá sólo fueron palabras amontonadas en basto papel,
impronta de las vigilias a media luz, leves retazos vitales.
Escribía, por ejemplo, sobre el enigma de los pechos de Naiara,
que no me quiso ni un poco,
y del pelo negro de María Eugenia, que me abrió las puertas
del deseo para dejarme a tientas con su reflejo.
La mirada azulada y gris de Raquel, que llegó a ser canción,
aunque el tiempo no haya conservado de ella más que despedidas
en aeropuertos y bares.
La sensualidad de Gabriela, y su acento argentino taladrándome
en la penumbra del Marx Madera, mi refugio de esos días.
Las noches vertiginosas con Yolanda, en las que bebíamos vino barato,
amargo como los besos despiadados.
Sara y su insultante juventud, que despertaba toda mi ternura,
hasta que comprendí que su fragilidad era la mía.
Sí, me veo ahora, veinte años atrás, en cualquier vagón de metro,
tomando notas en una libreta que siempre llevaba conmigo,
palabras de eterno amor a desconocidas compañeras de viaje,
y tinta roja para el rencor de los adioses.
Al final, todo se resume en otros versos, incontestables
y mucho mejores que los míos,
que tomo prestados de los Epigramas de Ernesto Cardenal,
para definir el eterno idilio entre el olvido y la memoria:
“Tú pudiste inspirar mejor poesía”.

viernes, 7 de octubre de 2011

Diatriba de las horas

Me he dado cuenta de que vivo en esos días difíciles 
en los que nada espero de afuera,
si acaso la destrucción masiva que me salve,
condenando al olvido mi nombre y su memoria.
Ya no habito este cuerpo que se esconde en un sofá 
cada turbia mañana,
en el mejor de los casos lector ocioso y empedernido,
otras veces sombra agazapada e inerme, hacedor de sueños
de vértigo, mientras partículas de polvo trascurren a la deriva
del tiempo, casi compañeras en el silencio perfecto de las horas.
Sí, ya estoy fuera de aquí, proyecté mis deseos en la inexistencia
y comprendo el valor de la moneda que cobraba Caronte
a las almas que cruzaban el Estigia, camino de la aflicción:
siempre fue mejor saber que esperar, la certeza de la flecha
a la incertidumbre del veneno lento.
Ahora guío en sueños a mis asesinos hacia nuestra muerte,
y el bufón dormido ya no quiere ser tu rey.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Cancionero 1


ALICIA EN WONDERLAND (abril 1995)
¡No! Gritó el hombre de lata,
pero Alicia se largó
y solo le dejó...
con una tetera idiota
y un león cobarde y triste.
Tú fuiste la razón entre el sueño
y la ilusión.
Mil peligros y aventuras
despertaron el amor.
Me engañabas con un huevo, aunque
nunca me importó...
Yo rompía los espejos
para que no pudieras volver;
pero hoy me he despertado
y sólo me encontré...
una carta encima de la almohada
despidiéndote de mí.
Mi chatarra ya no te excitaba,
fuiste en busca del Príncipe Feliz.
Hoy hago solitarios
con los naipes capturados
de la guerra aquella
que gané para ti.
Alicia, maldita, menudo chasco,
vaya cuento que tenías.
Yo que me hice inoxidable por ti...
Y hoy hierve mi corazón ¡Vaya lata!




martes, 20 de septiembre de 2011

Inventario 3

Un tocadiscos, una hamaca colombiana, la madrugada, el placer de la lectura, pan en el congelador, siempre las máscaras, el ecuador de una vida, los días raros, un pelo desmesurado, una cuenta atrás, el rumor de un ventilador, ángulos muertos, la conjunción perfecta de la arena con el viento, un legado fantasmal, los lunes al sol, nada a la vista, incienso por quemar, escaramuzas de amor y silencio, paisajes exiliados, el letargo de un insecto moribundo, restos que no suman, la música de Vetusta Morla, un trozo de luna y la aguerrida plenitud de quien abraza al insomnio que se cierne como a su amante encarnizada.


viernes, 15 de julio de 2011

En la ciudad de los muertos

En una ciudad de muertos es fácil y necesario reconocerse como extraño. Basta con respirar su aire para darse cuenta de que uno ya no es de aquí, aunque las calles y los edificios, inmunes al paso del tiempo, se empeñen en decir otra cosa. Ni siquiera la luz del verano puede disimular los estragos causados por el desánimo colectivo de gente sumida en un letargo perpetuo, gente que cada día, en manadas de silencio y rabia, se dirige a representar su papel de comparsas con la fe ciega de las hormigas. Decía Henry Miller, al comienzo de su novela Trópico de Capricornio, que una vez que has entregado el alma, lo demás sigue con absoluta certeza, incluso en pleno caos. Madrid, como todas las grandes ciudades que nunca zanjaron cuentas con su historia, es el reflejo inevitable de una metrópolis antagónica que se desangra lentamente a ritmo de promesas olímpicas e inauguraciones de ruinas.
Madrid huele a viejo, a derecha rancia, a tristeza y a somnolencia. A mendicidad y opulencia, a esto es tuyo y esto es mío, todo mío. A Santa Inquisición y a resignación cristiana. A prisas y empujones, a dictados del reloj, a subsidios y desahucios, a soberbia, a rascacielos y chabolismo, a centros de finanzas y supermercados de la droga. Huele a fin de mes y antidepresivos, a menú del día y a oferta en rayos-uva.
Por sus calles deambulan en perfecta sincronía batallones de blancos ofendidos, negros de mirada interrogante y chinos que nunca sonríen. Jóvenes sin esperanza y viejos murmurando soledades. Perros falderos y palomas temerosas. Y sobre todo, el ruido, presente en cada zanja, en cada semáforo, en cada estación de metro.
No soy de ninguna parte, nunca he sentido más patria que una causa justa, unos ojos de fuego o un cuerpo amante. Uno siempre vuelve a los sitios en que forjó su historia, esperando encontrar las respuestas que asolan de insomnio tantas noches. A Madrid no le debo más que el abrazo de una soledad consciente y el instinto de búsqueda de mi camino, lejos de su decadente magnetismo. Nuestra hostilidad es mutua, no hay nada que reprochar. Seguid bailando el chotis de las despedidas, honrando con flores y placas a los caídos por Dios y por España, llevando en procesión a vuestros ídolos de escayola, venerando dinosaurios de un pasado de oscuridad, negando vuestra sangre árabe, persiguiendo a los impuros. Al final, todas las leyendas son sepultadas por el mar cuando su gloria no alimenta sino la necedad.

jueves, 23 de junio de 2011

Duermevela


Sudor, delirio, ausencia, suelo de cieno bajo mis pies,
fallido universo de palabras vagas y esquivas,
a la luz de una vela inagotable de aromas raros
se adivina el camino del asombro.
Al suave, casi imperceptible vaivén de una música tibia,
acecha el peso aplastante del tiempo, su herencia de arañazos
y besos.  
Y retroceder miles de noches, observar perplejo rastros de uno mismo.
Puedo verlo ahora, entre fiebre y sed,
adoquines viejos, pesada lluvia, piel mojada del deseo,
un camino sinuoso e invisible, un cielo apuntalado de estrellas,
Lhasa susurrando, "Con toda palabra, con toda sonrisa, 
con toda mirada, con toda caricia…”
Después, el vértigo de un amanecer a la deriva,
el armazón pulverizado de recuerdos baldíos, y la certeza inalcanzable
de la vida al otro lado del mar. 

domingo, 22 de mayo de 2011

Sobre la indignación

Esta tarde me acerqué con mi hijo a uno de los numerosos puntos de concentración del Movimiento 15-M, también conocido como el de los Indignados, que hay repartidos a lo largo y ancho del Estado español. Concretamente, estuvimos en el Parque de San Telmo de Las Palmas de Gran Canaria.
Es difícil sintetizar las sensaciones que me produjo estar allí, creo que lo más acertado sería hablar de una emoción colectiva contenida, latente. No sé calcular bien las cifras, quizá fuéramos miles, pero allí todos teníamos un lugar, una palabra, un espacio que llenar. No escuché una sola consigna contra ningún partido, ningún insulto ni menosprecio. Todo el mundo era escuchado y participaba en las diferentes actividades y en la organización del campamento.
Los que me conocen algo saben que vengo de un pasado de militancia activa y fervor ideológico en Izquierda Unida, organización que me abrió las puertas cuando apenas era un analfabeto político, y me mostró nuevos caminos de lucha y exigencia, tanto en el ámbito colectivo como en el personal.
Desde siempre he tratado de pensar más allá de lo que se piensa, y mostrarme sin dejar apenas nada cubierto, lo que ha hecho que me peguen algunas puñaladas por la espalda aquellos que tienen doble cara. Aun así, mi poco práctica testarudez hace que me mantenga firme en mis convicciones, porque al final yo soy mis ideas, mis principios, es de las pocas cosas que no me podrán embargar.
Ortega y Gasset confiaba en la posibilidad de que las sociedades progresaran evolutivamente, como un todo, y eso sólo es posible desde el compromiso colectivo, que es la suma de las individualidades al servicio de un fin común. Y ese es el valor de esta spanish revolution. En el fondo, sabemos que las principales opciones políticas propugnan el tan manido “que todo cambie para que todo siga igual”. No se puede transformar el sistema desde unas instituciones políticas caducas e inoperantes. En estos días se fragua el principio del fin de los partidos burgueses tradicionales, claro que pasarán años todavía hasta romper el yugo bipartidista, pero al final les sucederá como a la extinta UCD, que una vez jugó su papel en la transición española, desapareció del mapa político por su indefinición y ambigüedad. A PSOE Y PP les espera la misma suerte, como responsables del estado de degeneración democrática y falta de credibilidad que han alcanzado las instituciones bajo su alternancia de poder. Mientras que el voto progresista que representaba el PSOE se dividirá entre otras opciones de izquierda real, los conservadores perderán status más lentamente por una doble cuestión generacional, por un lado una juventud cada vez más desencantada y sin expectativas que no se siente representada en valores como la homofobia, el recorte de conquistas sociales y laborales, la represión sexual, el clericalismo radical o la xenofobia, y por otro la inevitable desaparición de viejas generaciones con un alto grado de fidelidad electoral hacia la derecha.
Pero volvamos con los indignados. La primera demanda del Movimiento 15-M es, nada más y nada menos, la reforma del sistema electoral. Todo un torpedo a la línea de flotación de la democracia. No piden que se amplie el horario de cierre de los pubs, ni más sitios para hacer botellón, ni aprobados por la cara. Piden que todos los votos valgan lo mismo. Creo que es lo más subversivo y romántico que he oído en política en los últimos treinta años. Es la primera piedra, el primer peldaño para cambiar un sistema democrático corrupto en lo más esencial, que es el principio de representación. Un ejemplo: en las últimas elecciones generales el PP obtuvo un escaño por cada 66.740 votos, al PSOE le costó 66.801, mientras que a IU le supuso 484.973 votos cada escaño. Efectivamente, hay una desproporción de más de 7 a 1 entre IU y PSOE/PP para conseguir los mismos escaños. ¿Es justo, es democrático?
Puedes creer o no creer en el movimiento, pero sus reivindicaciones van más allá del hedonismo e individualismo al que nos había acostumbrado la juventud.
Decía Berthold Brecht que las revoluciones se producen, generalmente, en los callejones sin salida. Yo tampoco tengo muy claro cómo se puede articular todo este descontento social, pero creo que el lunes las plazas seguirán llenas porque ya no tienen dónde ir. Y porque les han dicho que son unos matados y que no aguantarán. Cuando no hay nada que perder… Aunque tampoco hay que desesperar porque se desmantelen los campamentos, siempre que se mantenga la coordinación y se sigan planificando movilizaciones puntuales y constantes hasta conseguir las reivindicaciones.
El contrato social, o lo que es lo mismo, ese hipotético acuerdo que regulaba los derechos y deberes del estado y de sus ciudadanos, ha caducado hace mucho tiempo, mientras que una parte cumplía los requisitos y clausulas, la otra ha decidido convertirlo en papel mojado, sin ningún valor. Tanta degradación moral en esta sociedad tenía que reventar por algún lado. Y esa gente de las plazas tiene la sensación de estar haciendo Historia, de ser Historia viva. ¿Quién les va a convencer de lo contrario?

miércoles, 18 de mayo de 2011

Disección de un paradigma

Somos los días que se van, mar de nubes en un vértigo de ausencias,

coleccionando reliquias de las vidas amables y eternas,

desdichados cúmulos de ceniza esparcida en cementerios sin cripta,

amontonados restos de ayer y el porvenir que soñabas.

El mundo, el amor y la verdad como fogonazos de una guerra en ciernes

que nadie pudo detener, como si de un bucle de espanto se tratara,

comprendimos al final que el silencio es la mayor de las ternuras,

que noches y días son incógnitas de una ecuación irresoluble,

y el miedo amartilla su arma contra los que buscan en horas ciegas

un sentido a los segundos en que todo y nada sucede,

la eternidad que algún día nos simplificará en mínima expresión,

letargo irreverente en que convergen todos los trayectos.

Paradigma y certeza de que tras escaparates de sueños,

otras formas de belleza fueron posibles.

viernes, 15 de abril de 2011

La lógica matemática de la melancolía


Las razones de la melancolía se sustentan en un libro pospuesto
demasiado tiempo, en los juegos malabares con mis zapatillas,
como cuando era un niño, o pasar de un amanecer a tientas
al armagedón amarillo de una bombilla,
cuando todavía afuera es noche, y los únicos sonidos
son los que querrías ignorar, toses de fumador,
pasos errantes, el ding de un microondas, el agua que baja
de una cisterna.
A veces una radio destripando tristezas en el mundo.
Y la ceguera.
No hay despertar amable, ni palabras sencillas que lo justifiquen.
Después, las horas se van adhiriendo a la piel,
y piensas en recuperar el sentido,
hacer lo que no hiciste por miedo o cansancio,
tal vez una huida.
Pero el reloj vuelve a imponer su sentencia,
es más de medianoche. Otra vez.
“Mañana, será mañana”, alcanzas a murmurar,
mientras el dilema de dualidad frente a unidad
te envuelve de sopor,
y las sombras lo son todo.



miércoles, 6 de abril de 2011

El camino de los ingleses

Hace tiempo que no paso por aquí, no por falta de tiempo o ganas, más bien por ausencia de inspiración o talento, y el poquito que conservo lo ando invirtiendo en siembra de futuro, preparando proyectos con mis compis de Acamei, a ver si somos invitados al festín de migajas y podemos vivir de la Mediación de una vez por todas.
En estos trances ando, pero no me resisto a compartir con quien pase por aquí unas palabras que extraje de la película El camino de los Ingleses (2006), dirigida por Antonio Banderas. Son reflexiones en off que va introduciendo un locutor de radio, poniendo voz y poesía que sirven de hilo conductor de la película, que nos habla de un grupo de jóvenes durante el verano del fin de la inocencia. Llevarán al límite sus experiencias con el sexo, la amistad, la violencia o el amor entre baños de sol y tormentas de verano. Saben que muy pronto deberán avanzar por la senda que les convierta en héroes o en sombras, que les permita alcanzar el fin del mundo. Y se preguntan qué habrá al otro lado de El camino de los ingleses. Un banda sonora impecable, una fotografía magnífica y buenas interpretaciones hacen de esta película una pequeña joya a la que volver la mirada.
Aquí van los textos extraídos, espero que os digan algo o todo, como a mí:

Saltemos al vacío, para recordar el vértigo de otro tiempo, 
todavía los sueños eran un latido de vuestro corazón,
la seda del aire os acariciaba la piel,
sí, arranca el verano y ellos aún piensan
que desde ese camino perdido de los Ingleses
alcanzarán una suma de gloria,
piensan que desde allí verán las costas de África,
el otro lado del mundo…
 
A la orilla de una piscina
y de un verano
descubriste que el cielo empieza  a tres metros de la tierra,
que las venas del mundo
arrastran vuestra sangre
como un río desbordado
que lleva  muebles, juguetes, la ropa de los ahogados.
Que vuestro corazón puede ser una casa vacía
o una acera por donde sólo de tarde en tarde
pasa la fortuna.
 
Una palabra es un pájaro en mitad de una página,
tú eres una palabra en medio de una hoja en blanco
y puedes volar hasta dónde quieras,
vuela, vuela, vuela antes que la página pase,
antes de que caiga la noche…
 
Le diré ahora a esa gente
que su hijo todavía se encuentra entre los vivos,
sí, le diría al mundo las palabras de un poeta muerto
hace demasiados siglos,
le diré que los hijos de la tierra siguen perdidos por su superficie, 
creyendo que sus cuerpos y sus corazones son cometas…
 
Llegan hasta aquí las palabras de aquel verano,
como olas cansadas…
Mi locura es un niño enfermo
y yo lo amamanto con cuidado…
Ha llegado el tiempo de los asesinos…
La gloria de quien mueve todo el mundo,
escribías copiando los versos del único libro que leíste…
Yo continúo aquí, continúo aquí,
anunciando lluvias y borrascas,
anuncio el futuro a la vez, que miro al pasado
como un continente, con los países hundidos.
Solo, solo, solo en todas las madrugadas,
con la flor y la guerra…
la flor y la guerra…
 
Habrá un tiempo de lluvia  y un tiempo para los olvidados,
para los que no supieron cuál era su camino…
Ojalá, haya un tiempo para los que le hablamos a una botella, 
como si fuese un altar,
un micrófono o una pistola
apuntándonos el corazón.
Para los que le dijimos palabras a la noche,
un tiempo para los malditos,
para los desheredados,
que nunca llegarán a nada… 
Eso es lo que pedimos aquí y ahora
sin esperar la llegada de los jueces ni la muerte,
aquí y ahora nosotros también esperamos la lluvia en el verano…
 
Alfredo, el otoño te cerca como un ejercito implacable,
descubres que el amor tal vez sea algo más
que una palabra en boca de mujeres relamidas,
recibirás una carta de tu Fonseca sin más remite ni otro adiós que una puñalada: Te quise Alfredo, hasta ayer mismo tal vez, nunca abandonarás a tu mujer, tampoco tu miseria, te quise, pero ya  todo es pasado, tu amor de cieno Alfredo, tenía un hijo tuyo yo en mi vientre y ahora sólo tengo el vacío…
 
Así es como pasa el tiempo,
igual que la traición, callado… 
Estábamos advertidos,
pero nunca hicimos caso a ninguna voz que no fuera la nuestra…
 
Abrirás los ojos
y pensarás a dónde aquella tarde,
deberás de ir en busca de las piezas
con las que componer tu vida….
Mi voz, calando hasta lo más hondo de vuestras conciencias, mientras dormís, mamáis,
o váis camino de un trabajo que no os importa,
y vosotros seguíd,
seguíd riendo de lo que no conocéis…
Vosotros seguíd,
seguíd sin rumbo por esta calle que no lleva a ninguna parte, camino de los Ingleses.
Vuestra vida es una bandera mojada
de lluvia y barro que ningún viento
puede ya hacer ondear, seguid, seguid, seguid…
 
Así que…
vayan recogiendo su equipaje de playa,
el verano nos dice adiós,
y sepan amigos que este va a ser un otoño lluvioso,
a la vuelta del tiempo volveremos a encontrarnos con el sol,
eso será el verano que viene,
la estación de los enamorados…
Hasta entonces, amor y compañía para todos…
 
Si, prepárense,
tendremos un otoño lluvioso amigos del tiempo y del corazón, 
después vendrá la recompensa dulce del sol, amigos del tiempo, 
abriremos nuestro pecho a la luz,
y nuestra vida,
y nuestro tiempo…
Pero ahora amarga nuestros pasos
el tambor triste de la lluvia,
esta melancolía, esta música…
Lloverá, lloverá,
lloverá y la lluvia nos llevará al recogimiento,
una mano junto otra mano…
Mojémonos en el baile de la vida
y dejemos que la lluvia haga su trabajo,
dejemos que la lluvia ya haga por nosotros,
que sea ella, no nosotros, quién juegue con la tristeza
y que nuestro corazón vuele lejos, lejos…
 
 
Si, llovió,
la noche fue una ruleta trucada,
una moneda lanzada al aire,
que cayó por el lado de la cruz,
un mal viento,
una mala noche arrancaba con un tiempo de sueños,
después vinieron todas esas nubes, vientos,
y sol que yo anunciaba cuando el mundo era posible,
pobre vida ilusa , pobre ilusos,
poetas que no escribieron ningún verso,
nunca vimos las costas de África,
las costas de África…
 
No, nunca,
desde ninguna terraza,
desde ningún mirador, ni faro ni azotea,
vimos las costas de África,
pero allí, detrás del horizonte,
siempre intuimos el furor de lo desconocido,
el reflejo de la vida,
que, quien sabe, quizás jugando
en nuestra ruleta habríamos podido alcanzar…   

lunes, 14 de marzo de 2011

Mi vecina

Odio a mi vecina. No la he visto jamás, pero la odio. No sé su nombre, ni qué aspecto tiene, ni su edad, pero desearía que no existiera. Mi vecina, que lo es desde hace un mes y medio, ha hecho del ruido su razón de ser, como yo del silencio, y ha decidido que quiere hacernos partícipes a todos los que estamos a su alrededor de tan triste elección. Nunca he tratado con mi vecina, lo único que tenemos ella y yo en común es un tabique por el que se solapan nuestros modos de vida.
Mi vecina comienza el día disfrutando de unos buenos consejos de salud y belleza en la 1. Me pregunto cómo es posible que todavía sigan machacando nuestros cerebros en la matinal con la conveniencia de consumir frutas, verduras, controlar el colesterol, no exponerse a los rayos del sol, caminar todos los días y mil obviedades más, y a ningún presentador entrado en años pero apuesto, que es lo que pulula por la pantalla a esas horas, se le haya ocurrido comentar los beneficios de ver la televisión a un nivel de decibelios razonable. O más audaz aún, de no perder el tiempo en la mañana con la insulsa programación ofertada, a medida de un personal mayoritariamente hipocondriaco y/o prejubilado, y salir a dar un paseíto, que dicen que quien mueve las piernas, mueve el corazón.
Pero me da que mi vecina se mueve menos que los ojos de Espinete, he llegado a plantearme la posibilidad de que se encuentre en silla de ruedas, pero viviendo en un tercer piso sin ascensor –y ya pasa de año y medio sin el bendito habitáculo-, descarto esa hipótesis, apostando más por las opciones del arresto domiciliario o el teletrabajo.
Mi vecina es de esas personas que cuando habla por teléfono, necesita gritar para hacerse oír, expertos en medicina aseveran que ciertos especímenes humanos, con un evidente déficit cultural, tienden a relacionar enfermizamente los sentidos de la vista y del oído, compensando la ausencia del primero con un exceso cuantitativo –nunca cualitativo- en el volumen y duración de la conversación.
Al comenzar la tarde, suele ser mucho peor. Mi vecina suele degustar café con un nutrido grupo de tertulianos y tertulianas de Tele 5, con los que también comparte el citado déficit cultural. En ciertos momentos en que me encuentro a medio camino entre el sueño profundo y la posibilidad creciente de abortar la siesta y cagarme en todo lo que se mueve, he llegado a sentir un halo de esperanza por mi vecina, pensando que al hacer zapping se había redimido en las bondades de la 2, para ver uno de esos documentales sobre el apareamiento de hienas en el Serenguetti. Falso espejismo, son los invitados de Telecinco los que producen un sonido similar a las hienas durante el cortejo de la hembra y posterior cópula. Este sonido se vuelve más incisivo aún cuando todos gritan a la vez, imitando de manera asombrosa a una avalancha de Ñus. Paradójicamente, esas mismas agresiones decibélicas a la inteligencia humana que a mí me hacen saltar del sofá y alimentan mis más bajos instintos de crímenes perfectos con respecto a mi vecina, a ella le producen una inmensa sensación de felicidad y excitación, y he llegado a oírla reír y apoyar frases tan elocuentes y certeras de los tertulianos tales como “aquí estamos para sacar a la luz toda la verdad sobre las infidelidades de Menganito o Zutanita”, o “yo he venido a este programa para que se me respete y me dejen vivir mi vida tranquila”.
Cae la noche y el horror se vuelve expresión máxima en casa de mi vecina, el abanico de opciones suele ser tan extenso como inquietante, Gran Hermano el Debate, Sálvame Deluxe, La Noria, Dónde estás corazón…Yo me pregunto, ¿es que a esta tía no le da nunca por apagar la tele y echar un polvete, como todo el mundo, o es que tiene la vida sexual de una hormiga obrero? Tampoco me extrañaría, sobre todo si es verdad eso que dicen de que para disfrutar el sexo a tope, también hay que excitarse con el cerebro de la persona que esté encima, debajo, detrás o delante de uno, según el caso.
En fin, aquí van una serie de indicaciones para combatir y neutralizar a este tipo de siniestra vecindad, porque, recuerda, hoy me pasa a mí, pero mañana te podría tocar a ti:
Entre las 9 y las 14 horas: Manic Street Preachers, en especial el Cd “Know your enemy” volumen entre 25 y 30 de un equipo de sonido con 100 watt. de potencia. A menor capacidad de los altavoces, subir el volumen general del equipo. También suele funcionar algo de Pixies, y en el ámbito nacional, Extremoduro o Barricada.
De 14 a 16 horas: Un telediario nacional y después el noticiero de Gol Televisión suelen ser suficientes para neutralizar los programas de sobremesa de nuestra querida vecina.
De 16 a 18 horas: Aquí la cuestión es más compleja, pues se trata de ignorar la tertulia de las sabandijas de las cadenas privadas, pero también poder descansar. Apuesto por Loreena McKennitt, a un volumen pelín más alto del apropiado para disfrutar las bondades de la siesta, pero al final es una cuestión de salud mental, o te dejas mecer por su prodigiosa voz, o escuchas las estridentes gilipolleces de los famosillos de turno.
De 18 a 22 horas: aquí el abanico es más amplio, entra todo el espectro del pop-rock, e incluso algo de jazz. En ocasiones un buen partido de fútbol no está mal, a ser posible acompañado de buena cerveza. Imprescindible gritar como un poseso los goles y ser variado en el catálogo de insultos al árbitro y jugadores rivales. En casos extremos, se aprueba la posibilidad de grabar el partido y verlo a la una de la mañana, cuando nuestra vecina-maruja duerme, sin cortarnos ni un pelo en las manifestaciones antes señaladas.
De 22 a 24 horas: Una buena película, con ciertas dosis de acción o una banda sonora poderosa, en formato DVD y con sonido 5.1, suele bastar para ignorar la televisión de la vecina. Altamente recomendables películas como Gladiator, 300, Pink Floyd The Wall, Salvar al soldado Ryan o similares.
Bueno, no me hagáis demasiado caso, tal vez quien pasa demasiado tiempo en casa soy yo. ¿Me estaré volviendo como mi vecina?

martes, 15 de febrero de 2011

Conoce a tu enemigo

Una persona que para nada es sospechosa de alimentar prejuicios xenófobos, me envió un correo hace tiempo donde mostraba su miedo y preocupación ante las "amenazas del Islam". En el email se pueden observar fotos de manifestantes musulmanes en una ciudad occidental -quizá Londres-, con pancartas de corte amenazante o retador hacia el mundo occidental que tan compasivamente les acoge.
Fijándome detenidamente en los carteles, me doy cuenta de que todas las pancartas tienen el mismo tipo de letra, el mismo trazo. Como si alguien hubiera estado jugando con el photoshop y tal vez cambiado el contenido real por otro que provocara rechazo e indignación en cualquiera que las viera...Quizá en esos carteles se pedía trabajo, respeto, dignidad, tolerancia, paz entre culturas. Peticiones, a todas luces, políticamente incorrectas. Es sólo una hipótesis, pero yo espero cualquier cosa de aquellos que nos "protegen" a toda costa...La industria del miedo no se para, hay mucho dinero en juego.
¿Y si yo estoy equivocado y fueran reales esos carteles con sus consignas? Radicales, iluminados... hay en todos los bandos. Unos se adhieren explosivos en el pecho y creen que así llegarán al paraíso, y otros lanzan bombas desde sus B-52 en nombre de Dios. Sigo pensando que la religión, cualquier religión nos esclaviza y nos enfrenta al otro, a cualquier otro.
Yo podría mostrar fotos que ahora vienen a mi memoria, fotos de misiles Patriot que se lanzaron sobre Bagdad en 1991 con el mensaje escrito "We´re hunting" –estamos cazando-; o peor aún, niños israelíes alentados por sus padres y los soldados para que escriban mensajes de odio en los proyectiles que más tarde destruirán las vidas de otros niños palestinos.
Occidente, presa de su etnocentrismo más endemoniado, siempre nos mostrará la cara más sucia del enemigo que, nos dice, amenaza nuestras vidas, nuestras propiedades, nuestras democracias. Pero en el fondo, ese rostro no es más que su reflejo paranoico. Nuestra mal llamada civilización se alimenta del miedo. Miedo a conocer, miedo al diferente, miedo al que pide, miedo a los que dan sin pedir nada...Miedo a pensar.
Mi enemigo no es aquél que se escuda tras una pancarta agitando sus ideas o pensamientos, mi enemigo es el que quiere hacerme creer que estoy en guerra con otros seres humanos porque no piensan como yo.