…La noche más larga se fue adentrando en mí con la precisión de un bisturí de cirujano, e irremediablemente, el latigazo de la memoria ahuyentó al fin todo el pesar, para transformarse en escenario de palabras. No esperaba la redención con ellas, ni tampoco un marasmo de certezas añadidas a lo que ya sabía. Tan sólo dejaría que se hiciesen dueñas de cada momento, entregado a la necesaria ocurrencia de que habría de amanecer…

jueves, 3 de noviembre de 2011

Isla

Hace siete años que llegué a Ítaca,
huyendo de un fracaso remoto y de mí mismo.
No hubo tormenta, todo estaba arrasado desde que olvidé mi nombre,
el sol ocultaba lo que no quise ver entonces,
un cuerpo delgado y ojeroso que huía del otoño,
arribando a una tierra nunca prometida.
Así, abrazado al exilio, trascurrió todo lo que había de ser, sin más norte
que el hijo amado, el amor en zozobra y una ventana al mar,
desde la que sumaba horas de quietud y vana gloria.
Rey sin trono en castillo de naipes, muerto de soledad
y de noche yerma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ahora mucho más...