huyendo de un fracaso remoto y de mí mismo.
No hubo tormenta, todo estaba arrasado desde que olvidé mi nombre,
el sol ocultaba lo que no quise ver entonces,
un cuerpo delgado y ojeroso que huía del otoño,arribando a una tierra nunca prometida.
Así, abrazado al exilio, trascurrió todo lo que había de ser, sin más norte
que el hijo amado, el amor en zozobra y una ventana al mar,
desde la que sumaba horas de quietud y vana gloria.
Rey sin trono en castillo de naipes, muerto de soledad
y de noche yerma.
1 comentario:
Ahora mucho más...
Publicar un comentario