…La noche más larga se fue adentrando en mí con la precisión de un bisturí de cirujano, e irremediablemente, el latigazo de la memoria ahuyentó al fin todo el pesar, para transformarse en escenario de palabras. No esperaba la redención con ellas, ni tampoco un marasmo de certezas añadidas a lo que ya sabía. Tan sólo dejaría que se hiciesen dueñas de cada momento, entregado a la necesaria ocurrencia de que habría de amanecer…

martes, 25 de septiembre de 2012

Mudanza


Despido a estas paredes que retuvieron mi corazón cansado
y vuelvo al mar, en la cresta del tiempo sereno que está por venir.
Entre cajas de cartón, libros apilados y restos de tu ausencia
la lluvia ha venido a sorprenderme, imprevista como un adiós definitivo,
necesaria en la exactitud de una mirada al infinito.
Se quedan los fantasmas, algunos fueron amable compañía
y tienen mi promesa del recuerdo permanente.
Otros, en cambio, vagarán por contornos silenciosos hasta diluirse
en su propia presunción de eternidad.
Sólo ahora tienen sentido las grietas que contemplo,
ellas sostienen nuestras propias fisuras y es preciso abrir
las ventanas, saludar a la noche y dejar que el salitre cicatrice
heridas de la piel, para que nunca haya deriva tras mi puerta
y las baldosas no retengan el rastro de pisadas que no vuelven.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Astillas


He visto eclipses en tus ojos que ocultaban el sol,
y peces amarillos chocar contra el cristal, audaces y atormentados
como el Capitán Nemo y su nebulosa fantasía.
No digas que todo fue mentira, de ti aprendí lo elemental y necesario.
La respiración serena y el olor de la mañana, el valor de una caricia,
el tiempo limitado que nos queda para amar.
Te quedaste en cada poro de mi piel, huellas precisas y definitivas
trazaron el mapa de tu ausencia.
Astillas, mi corazón de astillas y vísceras se precipita a la noche,
y septiembre avanza hacia el otoño sin ti, en tibios recuerdos
conservados como un último beso en los confines de la vida.