…La noche más larga se fue adentrando en mí con la precisión de un bisturí de cirujano, e irremediablemente, el latigazo de la memoria ahuyentó al fin todo el pesar, para transformarse en escenario de palabras. No esperaba la redención con ellas, ni tampoco un marasmo de certezas añadidas a lo que ya sabía. Tan sólo dejaría que se hiciesen dueñas de cada momento, entregado a la necesaria ocurrencia de que habría de amanecer…

jueves, 25 de abril de 2013

Fotografías



Miro fotografías habitadas por un cuerpo que se me parece
y un silencio de años me responde, texturas en blanco y negro
de otras soledades. Recuerdo que tenía el alma desenfocada de la juventud
y las cuencas de los ojos llenas de chispas, que regalaba canciones
a mujeres sin futuro y me sentaba con los mendigos en los parques.
Cada imagen me devuelve una causa perdida. Tiempos de lluvia,
gabardina, sudor y heridas en la madrugada. Me dejaba la vida
en cada abrazo y siempre regresaba a los abismos en el último tren
nocturno, rehén de la periferia de una ciudad canalla.
Sucedió lo inevitable, los rostros se desdibujaron en simples nombres,
después sonó el blues de las despedidas en su versión más lenta
y dolorosa. Y la vida trazó los planes que quiso, reinventando paisajes,
océanos y aeropuertos. Llegaron eclipses, extinciones del planeta
y otros vientos señalaron hacia un rumbo de sal y calima africana.
Y aquí estoy, columpiándome en los asideros de la noche,
de excursión lunática en la plenitud satelital. Licántropo de una piel
que desvela lentamente sus secretos. Instintivo y olfateador.
Un archipiélago he descubierto en las comisuras del mañana
y me aferro a la conjunción de los astros, a la Era de Acuario y a toda fe
que sea necesaria para retener en nuevas fotos los colores que no dejan
escalofríos ni rastros de locura. No caben intrusos en este mundo,
sólo tú lo sabes cuando me ves dormir y te digo que te nombro
hasta en sueños y que lo quiero todo, incluso el porvenir.

Y ahora dime, ¿seguirán siendo estas manos la poesía sin escarcha,
las ganas renovadas y perpetuas de ti, el beso incontestable?

martes, 2 de abril de 2013

Apagaste la luz


Apagaste la luz y quedamos en atisbos de deseo.
La cremallera de tu vestido fue un dulce y breve dilema
en mis manos. Descubrí entonces tejidos y piel
que sólo existían en mi imaginación.
La imagen reflejada en el espejo también me abarcaba
a mí, sobrevolando tus senos en silencio. Era real.
Te volviste y tu cuerpo me pareció una extensión
al tacto del perfume más exótico. No dijimos nada,
nuestros ojos se buscaron hasta dar con los labios.
Y te amé con el resto de mi vida, dejando atrás
despiadadas ruinas de un trayecto de dolor.
Después, en la exhausta intemperie del desnudo,
la noche se transformó en vigilia y seda.
Apagaste la luz y cerré una puerta contigo dentro
que nunca volvería a abrir.