la lluvia dura, violenta,
desatada.
Una solemne oscuridad amiga de
sombras.
Viento afilado e impreciso, sin
rumbo.
Un mar intuido de crestas
plateadas.
Tu esfinge mortificada en el beso
de salitre.
Aves imaginarias de la
noche.
Adentro,
El tic tac incisivo de un reloj
de piedra.
Un dulce licor fermentado en la
espera.
La respiración ensoñadora de
un niño.
La música en vinilo del
fluído rosa.
Un disparate de horas
robadas al sueño.
Una luz interrogante.
Afuera, adentro y los momentos,
eso fuimos, instantes en un tiempo
de deseo que nunca acabaría,
solía decirte sin palabras al merodear
tu cuerpo, mientras tú ensayabas un adiós
presentido en cada poro de la piel que amaba.