y peces amarillos chocar contra
el cristal, audaces y atormentados
como el Capitán Nemo y su
nebulosa fantasía.
No digas que todo fue mentira, de
ti aprendí lo elemental y necesario.
La respiración serena y el olor
de la mañana, el valor de una caricia,
el tiempo limitado que nos queda
para amar.
Te quedaste en cada poro de mi
piel, huellas precisas y definitivas
trazaron el mapa de tu ausencia.
Astillas, mi corazón de astillas
y vísceras se precipita a la noche,
y septiembre avanza hacia el
otoño sin ti, en tibios recuerdos
conservados como un último beso
en los confines de la vida.
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