Me he dado cuenta de que vivo en esos días difíciles
en los que nada espero de afuera,
si acaso la destrucción masiva que me salve,
en los que nada espero de afuera,
si acaso la destrucción masiva que me salve,
condenando al olvido mi nombre y su memoria.
en el mejor de los casos lector ocioso y empedernido,
otras veces sombra agazapada e inerme, hacedor de sueños
de vértigo, mientras partículas de polvo trascurren a la deriva
del tiempo, casi compañeras en el silencio perfecto de las horas.
Sí, ya estoy fuera de aquí, proyecté mis deseos en la inexistencia
y comprendo el valor de la moneda que cobraba Caronte
a las almas que cruzaban el Estigia, camino de la aflicción:
siempre fue mejor saber que esperar, la certeza de la flecha
a la incertidumbre del veneno lento.
Ahora guío en sueños a mis asesinos hacia nuestra muerte,
y el bufón dormido ya no quiere ser tu rey.
1 comentario:
¿Sigues en Madrid?
Publicar un comentario