…La noche más larga se fue adentrando en mí con la precisión de un bisturí de cirujano, e irremediablemente, el latigazo de la memoria ahuyentó al fin todo el pesar, para transformarse en escenario de palabras. No esperaba la redención con ellas, ni tampoco un marasmo de certezas añadidas a lo que ya sabía. Tan sólo dejaría que se hiciesen dueñas de cada momento, entregado a la necesaria ocurrencia de que habría de amanecer…

miércoles, 18 de mayo de 2011

Disección de un paradigma

Somos los días que se van, mar de nubes en un vértigo de ausencias,

coleccionando reliquias de las vidas amables y eternas,

desdichados cúmulos de ceniza esparcida en cementerios sin cripta,

amontonados restos de ayer y el porvenir que soñabas.

El mundo, el amor y la verdad como fogonazos de una guerra en ciernes

que nadie pudo detener, como si de un bucle de espanto se tratara,

comprendimos al final que el silencio es la mayor de las ternuras,

que noches y días son incógnitas de una ecuación irresoluble,

y el miedo amartilla su arma contra los que buscan en horas ciegas

un sentido a los segundos en que todo y nada sucede,

la eternidad que algún día nos simplificará en mínima expresión,

letargo irreverente en que convergen todos los trayectos.

Paradigma y certeza de que tras escaparates de sueños,

otras formas de belleza fueron posibles.

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