coleccionando reliquias de las vidas amables y eternas,
desdichados cúmulos de ceniza esparcida en cementerios sin cripta,
amontonados restos de ayer y el porvenir que soñabas.
El mundo, el amor y la verdad como fogonazos de una guerra en ciernes
comprendimos al final que el silencio es la mayor de las ternuras,
que noches y días son incógnitas de una ecuación irresoluble,
y el miedo amartilla su arma contra los que buscan en horas ciegas
un sentido a los segundos en que todo y nada sucede,
letargo irreverente en que convergen todos los trayectos.
Paradigma y certeza de que tras escaparates de sueños,
otras formas de belleza fueron posibles.
otras formas de belleza fueron posibles.
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