aunque ya no estés.
No hay ciudades definitivas,
como cantaba el poeta.
Detrás de este silencio, espeso
como un vaso de ginebra,
existe un mar y una noche
que no acaban,
y los versos carcomidos
de un epílogo viejo.
Su reflejo desgastado al filo
de una mirada.
Tú querías sentir,
y yo sentía que quería.
Así suceden las cosas,
y todo lo demás es invención
del alma,
un tributo a la soledad encubierta
de las horas más lentas.
No, nunca te fuiste,
y busco en mi memoria las palabras
que resuelvan el enigma.
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