…La noche más larga se fue adentrando en mí con la precisión de un bisturí de cirujano, e irremediablemente, el latigazo de la memoria ahuyentó al fin todo el pesar, para transformarse en escenario de palabras. No esperaba la redención con ellas, ni tampoco un marasmo de certezas añadidas a lo que ya sabía. Tan sólo dejaría que se hiciesen dueñas de cada momento, entregado a la necesaria ocurrencia de que habría de amanecer…

lunes, 13 de febrero de 2012

Insurrecto

Si me dejo crecer la barba,
vuelvo a fumar en pipa
y desempolvo mi boina calada,
con su estrellita roja…
¿qué dirán mis fantasmas?
Enfundado en mi vieja gabardina negra
y con el pañuelo de las causas perdidas,
sus raídos jirones,
¿habrá un sitio para mí?
El espejo acrecentó mis ojeras,
y ando en los años del aciago descenso
a los miedos más arcaicos,
como y duermo solo,
le hablo al televisor
y, a veces, la madrugada me sorprende en el sofá,
en penumbra de sueño,
como a un moribundo abandonado.
En estas condiciones, parece aventurado
entregarse al instinto más rebelde,
no ser uno más, y sí uno menos.
Pero es que tengo el alma alerta
y la mirada de solsticio rojo.
Y la vida me parece más humana
desde este lado de la locura
que inventan para confundirnos,
aquellos que se dicen buenos.
Delirio sí, soberbio e insurrecto,
frente a la necedad de sus razones,
para poblar de eterna rebelión
mentes, cuerpos, calles, primaveras.

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