Abrazas
la almohada deslizando tus sueños
en el
movimiento lento de la noche,
me has
sobrevolado y tienes para siempre
mi mirada
de manantial inagotable.
Tantos
nombres y recordar sólo el tuyo,
en días
centenarios que se alargan
como el
mapa de tu piel, sin edad,
sin
límites, precisa y definitiva extensión
de caricias
encendidas.
Un
lenguaje nuevo inventamos con silencios
y ahora,
emboscados de deseo,
esperamos
la lluvia que nos guarde
en brazos
del otro, transitando un camino
de malva
amanecer.
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