Voy a quedarme en la trastienda del deseo,
donde todo comienza, voy a mirar el perfil de tus
pechos
discretamente, y que las voces de los otros se
diluyan
en océanos que cruzaría por estar contigo.
Te voy a coger las manos mientras me sonríes,
cuidaré de tus estrellas si tú alumbras las mías.
Diciembre puede ser la antesala de una necesaria
primavera,
imagina que llego por tu espalda y pierdes el
sentido,
o duermes enroscada en mis más profundos sueños.
Vengo de las postrimerías de muchas ciudades,
de plazas que sostienen catedrales de silencio
viejo,
y desde que te amo no he visto amanecer sino en
tus ojos.
Como un beso que bordea los límites de este
anhelo,
te espero en la trastienda que acogerá nuestros
cuerpos.
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