y las
alcantarillas hierven de tristeza.
Hay
inviernos que se nutren de abrazos necesarios,
anticipan
el temblor de los amantes
entre adoquines
viejos, desahucios y miseria.
Es extrañamente
hermosa esta forma decadente
de
supervivencia, cosmopolita redención de viajeros
suburbanos
en busca de miradas desconocidas,
corazones
en alerta para suavizar el peso de los días
que
acaban siempre en lunes, deseo latente
de una
huida que termina inevitablemente en ti.
Volveré a
esas calles de tu mano, sin odio, anunciando
la patria
nueva que me has revelado desde tu cuerpo,
y vagar sin
rumbo ya no será un fenómeno inexplicable
de
tiempos pasados, sino esperada absolución
para los
años terribles de frío, nieve sucia y zapatos mojados
en
andenes que no llevaban a ninguna parte.
Ven
conmigo, te protegeré del viento glaciar de la vida,
es hora
de encontrar sentido al camino.
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